¿Nunca ha oído
hablar sobre los numerosos espíritus malignos que habitan en la capital
de Rusia? Todos los años numerosos grupos de magos, brujos, astrólogos y
nigromantes se congregan en Moscú a fin de intercambiar opiniones y
experiencias sobre las mejores y más eficientes metodologías para
adivinar el futuro, hechizar a seres odiados o embrujar a esposos
infieles.
Ahora cuando se nos echa
encima la mágica fiesta de Halloween seguramente ya están todos
reunidos. Por supuesto que los actuales 'servidores del diablo' no
pueden rivalizar para nada con los hechiceros nacionales del 'glorioso
pasado', cuyas macabras maldiciones y acertadas profecías guarda la
memoria popular. He aquí algunas de las figuras más emblemáticas del
acervo embrujado de Moscú.
Doña Luna
Era una famosa hechicera que formaba parte del séquito de la regenta
Sofía (la hermana mayor del zar Pedro 'el Grande'). Nadie sabía ni de
dónde vino ni cuál era su verdadero nombre, pero corrían rumores de que
ella procedía de una noble familia portuguesa y conocía los antiguos
secretos de brujería de los druidas celtas. La mujer nunca aparecía de
día y siempre se cubría el rostro con un extraño -para aquella época-
velo. Solía interpretar con brillantez papeles de personajes malvados en
el teatro de la corte zarina. Subía al escenario siempre vestida de
negro, llevando además una máscara rara hecha de pequeños trozos de
cristal.
Muchas veces sus
interpretaciones eran fatídicas para la familia real. Al día siguiente
tras ver la comedia 'Baba Yagá – pierna de palo', en la que a Doña Luna
le correspondía pronunciar sólo una frase “Mírame fijamente y haz lo que
yo te mando”, el joven zar Fiodor de 20 años falleció repentinamente.
El habla popular atribuye a las artes macabras de ésta la muerte
inesperada de la mujer del zar Fiodor, Arafia, que murió al dar a luz.
Doña Luna siempre hacía profecías a la zarina Sofía, instruyéndola a que
usurpara el trono, pero las cosas acabaron mal: ella murió, mientras
que la noble fue recluida forzosamente por el zar Pedro en un conocido
monasterio de la capital.
La Baba Yagá de Perovo
En el actual barrio capitalino de Perovo-Novogireevo había en el antaño
un aldea, en una de las chabolas de la cual habitaba una mujer anciana,
considerada bruja por todo el vecindario. Corrían rumores de que por
las noches solía volar sobre una escoba, devoraba a niños recién nacidos
y cometía otras y muchas barbaridades. Un día las autoridades locales
tomaron la decisión de demoler aquella aldea.
La mujer desapareció sin dejar rastro, pero sí dejando una maldición,
la que se materializó un mes más tarde: era imposible construir nada en
el lugar donde se situaba la choza de la bruja, la maquinaria se rompía,
los trabajadores se traumatizaban, los incendios arrasaban todo lo
construido en el lugar maldito. Hasta hoy día en este solar suelen
ocurrir cosas extrañas: los coches no se ponen en marcha, las amigables
tertulias acaban en sangrientas peleas, los perros rehúyen aquella zona,
etc...
Valaj Ione
Una historia parecida al anterior. Este brujo apareció en los suburbios
de Moscú, en el pueblo Chiornaia Griaz (Barro Negro), en el siglo
XVIII, y se perdería su nombre como el de muchos otros magos ‘locales’
que habitaban en esta zona, si no fuera por un conocido arquitecto ruso
Vasily Bazhenov que decidió vengarse de la zarina Catalina II 'la
Grande' que no le dejó finalizar la construcción de su obra predilecta,
el palacio real de Tsarítsino, situado al suroeste de Moscú.
Se desconoce la cantidad de oro que el arquitecto tuvo que entregar a
Valaj, pero su maldición en esas tierras continúa –desde entonces- en el
lugar del palacio real es imposible construir nada ya que cualquier
edificación viene abajo o se derrumba por causas desconocidas.
Mishka Ivanov
Es obvio que los mejores ‘profesionales’ en artes hechiceras siempre
intentaban ser muy cercanos a la realeza. Por ejemplo, se considera que
María Jolópova, la novia del primer zar de la dinastía Romanov, Mijaíl
Fiodorovich, e hija del boyardo Morózov, empezó a sufrir de repente
epilepsia por un mal de ojo que le causó uno de los magos de la corte
del zar. La novia del zar Alekséi Romanov (padre del futuro emperador de
Rusia Pedro 'el Grande'), la bella Efimia Vsevoljskaia, también sufrió
los nefastos efectos de la brujería de un tal Mishka Ivanov, campesino
analfabeto y uno de los pocos magos 'de origen nacional', ya que la
mayoría de los nigromantes y astólogos de 'alta categoría' solían llegar
a Rusia procedentes del extranjero.
La jorobada de Ostánkino
Este distrito de la zona norte de Moscú es considerado uno de los más
misteriosos. Existe una leyenda de que precisamente aquí, aún antes de
la cristianización de la Rus antigua (en el año 988), solían sepultar,
sin quemar previamente, restos mortales de brujos y brujas, vestidos con
trajes muy caros y piedras preciosas. De allí una de las versiones del
nombre: ostankino (‘ostanki’ en ruso significa restos mortales).
Los lugares de los entierros no se señalaban, por lo que los buscadores
del tesoro siempre tenían muchos problemas a la hora buscar riquezas
ocultas. Pero el mayor obstáculo era el hecho de que 'el sueño de los
difuntos' estuviera celosamente vigilado por una mujer de edad avanzada,
a quien apodaban la ‘jorobada de Ostánkino’. Según las leyendas
populares, el primer aviso de no poder ambientar este territorio la
jorobada lo hizo en el siglo XVI al entonces propietario de Ostánkino el
boyardo Satin que no le hizo ningún caso. La maldición se cumplió y el
boyardo fue ejecutado por orden del zar.
Más tarde, en el siglo XVIII la hacienda pasó a manos del conde
Sheremétiev, y se dice que la bruja ‘visitaba’ a menudo a la mujer
embarazada de éste (Praskovia Zjemchugova, famosa actriz y anteriormente
campesina de gleba), pidiéndola que no enterrase el cordón umbilical en
la tierra después de dar a luz, según un rito que existía en aquellos
tiempos. Los criados no obedecieron las súplicas de su ama, actuaron
según la tradición, y al cabo de pocos días tras el parto Praskovia
falleció.
Baba Yaga.
Dicen que la
jorobada en varias ocasiones intentó avisar al emperador Pavel I (zar de
Rusia de 1796 hasta su asesinato en 1801) sobre la preparación de una
atentado contra él, pero el emperador tampoco le hizo caso y,
lógicamente, murió asesinado.
También se comenta que igual pedía a los constructores de la Torre de TV
Ostánkino (con 540 metros de altura es la torre de comunicaciones más
alta de Europa y la segunda más alta del mundo) de no profanar el
lugar sagrado con esa 'edificación de satanás' que traería muchas desgracias y muertes.
Julieta de Kuzminki
En el siglo XIX existió una bruja, que, según la versión popular, sigue
viviendo en el barrio capitalino de Kuzminki (distrito al sureste de la
capital) hasta nuestros días. Dice la leyenda que en su juventud se
enamoró de un joven caballero que en señal de su lealtad sentimental le
regaló un anillo dorado con una piedra preciosa de color rojo. Pero por
alguna razón el joven Romeo se casó con otra chica, tuvo una feliz
familia y llegó a ser persona rica.
Entonces Julieta, desesperada, se convirtió en bruja y decidió vengar su
amor no correspondido. Quiso envenenar a su rival amorosa, pero no lo
consiguió, porque lo impedía el embrujado anillo que le había regalado
su ‘ex’ prometido. Además, por culpa de este anillo -los malhechores de
aquel barrio la tenían por mujer acaudalada- la robaron, quitándole todo
lo que poseía. La malvada Julieta de Kuzminki murió en la miseria, pero
su espíritu sigue deambulando por esa zona, trayendo desgracias a los
infieles galanes moscovitas en caso de dejar frustradas a sus novias.
Yakov Bruce
Tal vez es uno de los magos más conocidos y más enigmáticos rusos que
se podría comparar con el propio Nostradamus. Escocés al servicio de los
zares rusos, favorito del Pedro I 'el Grande', Bruce sabía predecir el
destino por las estrellas, curaba a los enfermos y hasta dicen que llegó
a crear el elixir de la vida.
Era
una de las personas más progresistas de su época: inventó una persona
que sabía andar y hablar pero no tenía alma (posteriormente encontraron
su proyecto de un robot mecánico), hizo el primer mapa astrológico (que
se usó para crear el metro y construir caminos en la capital en la época
de Stalin), realizaba experimentos químicos en su laboratorio que se
encontraba en la torre Sukharev (un monumento histórico demolido en 1934
por autoridades soviéticas), del que los escasos transeúntes nocturnos
veían salir águilas de hierro (esta creencia popular se debe seguramente
a los experimentos de Bruce que intentaba crear las primeras máquinas
voladoras).
Dicen que de vez en
cuando aparece en nuestros días para ver si han vuelto a construir la
torre donde trabajaba por las noches. Dicen que ahora se puede ver su
alma en pena vagabundeando tristemente por las calles de Moscú. Alto,
pálido, delgado y con una peluca… Seguramente más de uno lo verá en la
capital en estas fechas 'halloweenensas'.
RIA
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario
HAS TU COMENTARIO SI DESEAS AQUI