Los Tiempos del Fin Según Daniel … 1ª Parte, Capítulos 2 & 7
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Desde
aproximadamente el año 1000 hasta el año 900 a.C., Israel fue la nación
más temida y admirada de la Tierra. Pero después de la muerte de
Salomón y la guerra civil que le sucedió, la nación cayó de su posición
exaltada a un reino dividido debido a la idolatría. Los enemigos de
Israel vieron su oportunidad y le tomaron ventaja. Primero fue el Reino
del Norte el cual fue conquistado en el año 701 a.C. por los asirios y
después el reino del Sur que fue llevado cautivo en esclavitud, cerca de
cien años después, por manos del rey de Babilonia.
Así
comenzaron los tiempos de los gentiles, también conocidos como el
Dominio Gentil, el cual abarcaría un lapso de más de 2.600 años, desde
el cautiverio en Babilonia hasta el Reino Milenial, cuando un imperio
gentil después de otro, ha tenido su turno gobernando el mundo,
generalmente subyugando a Jerusalén en el proceso. Jesús dijo, “Y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan”
(Lucas 20:24); y así ha sido. La recaptura de toda la ciudad de
Jerusalén por Israel en Junio de 1967 y los eventos de nuestros tiempos,
son claras señales de que se avecina el fin del Dominio de los
Gentiles.
Daniel
2 y Daniel 7 nos dan dos puntos de vista diferentes sobre los gobiernos
mundiales durante este período, el punto de vista del hombre y el de
Dios. Como ustedes podrán imaginarse, estos puntos de vista son
substancialmente diferentes. Primero veremos las cosas desde la
perspectiva del hombre.
Nuestro
estudio comienza en el capítulo 2 cuando Daniel, habiendo sido llevado
cautivo a Babilonia siendo un adolescente y educado para convertirse en
un consejero del rey, se encuentra luchando por su vida. Si él no puede
interpretar el conflictivo sueño del rey, él y sus amigos serían
brutalmente ejecutados. Solamente hay una trampa. El rey no les dirá el
sueño.
Afortunadamente sí hay Alguien que puede decir el sueño. Veamos.
Daniel 2:26-49
“Respondió
el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme
conocer el sueño que vi, y su interpretación? Daniel respondió delante
del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni
astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un
Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al
rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí
tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama” (Daniel 2:26-28).
Daniel
había orado a Dios para que le revelara el sueño y su interpretación.
Razonando que Dios no lo habría puesto en una posición de influencia en
la corte del conquistador de Israel solamente para ser ejecutado, Daniel
se comprometió a hacerle frente al reto imposible del rey y le pidió
ayuda a Dios. Y ahora es el momento del espectáculo.
“Estando
tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había
de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que
ha de ser. Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí
haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a
conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos
de tu corazón” (Daniel 2:29-30).
Los
motivos del rey quedan expuestos. Él se ha rehusado a revelar el
contenido del sueño porque no les tiene confianza a sus consejeros.
Entonces, si hay alguien que le pueda decir tanto el sueño como su
interpretación, demostrará ser tanto sabio como confiable.
“Tú,
oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy
grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su
aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su
pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus
piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro
cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e
hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los
desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro
cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del
verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro
alguno. Más la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que
llenó toda la tierra” (Daniel 2:31-35).
Puedo
imaginarme al rey al borde de su asiento, mirando fijamente a los ojos
de Daniel cuando se dio cuenta de que Daniel le estaba describiendo su
sueño hasta el último detalle. Podría apostar que Daniel había captado
toda la atención de la corte, porque con solo mirar el rostro del rey
les decía a los de la corte que Daniel estaba salvando su vida y la de
ellos también. Y ahora la interpretación.
“Este
es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del
rey. Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado
reino, poder, fuerza y majestad. Y dondequiera que habitan hijos de
hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu
mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro” (Daniel 2:36-38).
Babilonia
era el país que hoy día conocemos como Irak. Jeremías, un profeta
contemporáneo a Daniel, quien escribió desde Jerusalén, les había dicho a
los enviados de las naciones vecinas de Israel que Dios les estaba
dando dos alternativas para escoger, rendirse al rey de Babilonia y
vivir, o pelear y morir. Dios había escogido al rey Nabucodonosor para
castigar a los enemigos de Israel por sus traiciones pasadas al mismo
tiempo que Dios traía el juicio decretado sobre Israel por su idolatría (Jeremías 27:1-11).
Como resultado de eso, Babilonia terminó gobernando todo el Medio
Oriente incluyendo partes de Egipto. Pero Daniel acababa de informarle
al rey que cualquier lugar de la tierra que él quisiera lo recibiría en
sus manos. Aun los animales le habían quedado sujetos. Nabucodonosor,
representando a Babilonia, era la cabeza de oro de la estatua.
“Y
después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un
tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. Y el
cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe
todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo. Y lo que viste de los
pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de
hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del
hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. Y por ser los
dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el
reino será en parte fuerte, y en parte frágil. Así como viste el hierro
mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no
se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro” (Daniel 2:39-43).
El
conocimiento de nuestra historia permite que este pasaje sea
interpretado con exactitud. Babilonia fue conquistada por la coalición
de los medos (hoy día los curdos) y los persas (Irán), al final del
período de setenta años decretado para la cautividad de Israel. Ellos
forman el pecho y los brazos de plata. Los ejércitos griegos bajo el
mando de Alejandro, conquistaron a Persia y están representados por el
vientre y los muslos de bronce. Las piernas de hierro son las divisiones
del imperio romano del Este y el Oeste, el cual desplazó a los griegos,
y desde este punto en adelante pasamos de la historia a la profecía. El
imperio romano en realidad nunca fue conquistado, sino que colapsó por
el peso de su propia decadencia, transformándose, en el proceso, de una
entidad política a una religiosa. El Sacro Imperio Romano tuvo control
sobre el mundo conocido hasta la Edad Media. Después, varios de sus
componentes han visto su turno bajo el sol. España, Inglaterra, y ahora
la colonia de Inglaterra, los EE.UU.
Eso
deja por fuera los diez dedos de los pies, un imperio que aún no ha
llegado al poder, y cuya llegada a la escena mundial estará
caracterizada por la unión y la separación de sus componentes, que
estarán incómodos los unos con los otros. Esto describe a la Unión
Europea, una confederación de 22 naciones al momento, con solamente diez
socios con plenos derechos, y doce miembros asociados en distintos
niveles de aceptación. Mientras que aparentan estar unificados, casi han
llegado al punto de quebrar esa unión, como lo fue la crisis pasada
sobre la moneda única y la reciente derrota de su constitución única.
Pero
no olviden que en el sueño de Nabucodonosor, la estatua tenía dos
piernas, señalando los dos componentes del imperio romano. El componente
del este está formado hoy día por una gran parte del mundo islámico,
mientras que el componente del oeste es lo que ahora se llama la Unión
Europea. En algún momento, pronto, veremos algún tipo de acomodo que
hará que esas dos piernas se unan de manera efectiva, aunque imperfecta.
Quizás la galopante “islamización” de Europa es una primera señal de
eso.
En la Versión Reina Valera de 1602, Daniel 2:43 dice, “Cuanto
a aquello que viste, el hierro mezclado con barro cocido, se mezclarán
con simiente humana, más no se pegarán el uno con el otro, como el
hierro no se mezcla con el barro”. El barro cocido
aparentemente se refiere a los vasos de alfarero hechos con fragmentos
reciclados de cerámica o pedazos rotos de distintas clases de barro, los
cuales se muelen hasta hacerlos polvo y se mezclan con agua para formar
una sustancia como el barro. Cuando se seca, este material resultante
es muy quebradizo y se rompe fácilmente. En el sueño de Nabucodonosor la
intención del barro es simbolizar la dificultad que los imperios del
fin de los tiempos tendrán para mantenerse unidos, y que están
representados por los diez dedos de los pies.
Pero entonces, el versículo 43 dice, “se mezclarán con simiente humana”.
¿Quiénes son los que se mezclarán? ¿Nos está diciendo Daniel que
algunos seres no humanos intentarán unirse con los seres humanos, o aun
mezclarse con ellos para formar parte de la genética humana? ¿Y si eso
es así, que les costará mucho mantenerse unidos? No podemos decirlo,
pero algunos eruditos dicen que no debemos sorprendernos que el retorno
de los nefilines esté profetizado en este versículo.
“Y
en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no
será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará
y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de
la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano,
la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro.
El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación” (Daniel 2:44-45).
Pero
cuando todo parece que los diez dedos de los pies finalmente se están
uniendo y su poder se está consolidando, el Señor derramará el juicio
más grande y final sobre la tierra. Cualquier último vestigio de los
reinos gentiles, será destruido, y el mismo Señor establecerá un reino
que nunca será destruido ni tampoco será entregado en manos de otros.
“Entonces
el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante
Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso. El rey habló a
Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor
de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este
misterio.
Entonces
el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y
le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de
todos los sabios de Babilonia. Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que
pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y
Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey” (Daniel 2:46-49).
Y
de esta manera empieza la asombrosa carrera de Daniel como el consejero
jefe del rey de Babilonia, y después del rey de Persia.
Al
principio dije que esta visión representa el punto de vista humano del
Dominio Gentil, el cual está representado por metales brillantes y
preciosos. Mientras que cada metal es menos valioso que el anterior, lo
que representa un decaimiento en la calidad de cada gobierno, cada metal
es también menos maleable, más duro y por lo tanto más fuerte, con lo
cual se representa un crecimiento en el poder.
Seguidamente vamos a ver estos mismos cuatro imperios pero desde la perspectiva de Dios, y como les dije, eso será muy distinto.
Daniel 7:1-14
El Sueño de Daniel de las Cuatro Bestias
“En
el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y
visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el
sueño, y relató lo principal del asunto.
Daniel
dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos
del cielo combatían en el gran mar. Y cuatro bestias grandes,
diferentes la una de la otra, subían del mar” (Daniel 7:1-3).
La
visión del capítulo 7 tuvo lugar 50 años después de Daniel 2. Belsasar
era el nieto de Nabucodonosor, y Daniel ya para entonces, era un hombre
bastante mayor. Los cuatro vientos del cielo simbolizan un acto soberano
de Dios, y el hecho de que estas bestias salen del mar nos dan una
pista de que representan la maldad del Dominio Gentil (Isaías 57:20-21).
“La
primera era como león, y tenía alas de águila. Yo estaba mirando hasta
que sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso
enhiesta sobre los pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de
hombre” (Daniel 7:4).
El símbolo de Babilonia era un león alado. Al convertirlo en un hombre se vuelve una representación de Nabucodonosor.
“Y
he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de
un costado más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los
dientes; y le fue dicho así: Levántate, devora mucha carne” (Daniel 7:5).
El
oso simboliza a la coalición Medo-Persa. A pesar de que Media era el
socio mayor, Persia se convirtió en el más fuerte, lo cual se muestra
por un costado más alto que el otro. Las tres costillas son las tres
conquistas principales de Persia, Lidia en el año 546 a.C., Babilonia en
el 539, y Egipto en el 525.
“Después
de esto miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas
de ave en sus espaldas; tenía también esta bestia cuatro cabezas; y le
fue dado dominio” (Daniel 7:6).
El
leopardo es Grecia. Las cuatro alas representan la velocidad con la que
Alejandro conquistó el mundo conocido. Solamente le tomó diez años
lograrlo. Las cuatro cabezas son sus cuatro generales que tomaron el
reino después de la muerte de Alejandro y lo dividieron entre ellos.
“Después
de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta
bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos
dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba
con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de
ella, y tenía diez cuernos” (Daniel 7:7).
Esta
bestia es tan espantosa y terrible que no se parecía en nada a algo que
Daniel hubiera visto antes. Sus dientes de hierro recuerdan las piernas
de hierro de Daniel 2:40. Roma era un poderoso imperio que no
toleraba ninguna resistencia en su contra. Con la referencia a los diez
cuernos de nuevo saltamos de la historia a la profecía, del antiguo
imperio romano a su renacimiento en nuestros días.
“Mientras
yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre
ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y
he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que
hablaba grandes cosas” (Daniel 7:8).
Aquí
se encuentra el origen de uno de los títulos del anticristo, el cuerno
pequeño. Observen que él no es uno de los diez cuernos originales, sino
que sale de entre estos. Un cuerno indica autoridad, cuando se usa
simbólicamente. Para mí esto quiere decir que el anticristo no comienza
siendo parte del liderazgo oficial, sino que sale de un miembro
insignificante de fuera del centro de poder, para deponer a tres de los
líderes existentes y asumir la autoridad de estos. Si estoy en lo
cierto, busque al anticristo que surge a escena sorpresivamente de un
segmento previamente sin importancia del imperio, en vez de entre los
líderes actuales. (Como un simple ejemplo hipotético, mire cuán rápido
el presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad ha surgido de su antigua y
desconocida posición de alcalde de Teherán a una posición de prominencia
mundial.)
Daniel
vio a un ángel en su visión que también estaba observando las cosas.
Cuando le preguntó sobre la cuarta bestia y el cuerno pequeño, recibió
esta explicación: “La
cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente
de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y
despedazará. Y los diez cuernos significan que de aquel reino se
levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será
diferente de los primeros, y a tres reyes derribará. Y hablará palabras
contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará
en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta
tiempo, y tiempos, y medio tiempo” (Daniel 7:23-25).
Esta
es obviamente una referencia a los tiempos del fin e incluye la
duración de la gran tribulación de tres años y medio, durante la cual,
el cuerno pequeño se adueñará del control de todo el mundo, quitándoselo
a los diez reyes. Como Pablo lo confirmó después, él se exaltará a sí
mismo sobre todo lo que se llama Dios o es objeto de culto (2 Tesalonicenses 2:4). Y como nos lo dice Apocalipsis 13:7, hará guerra en contra de los creyentes de la tribulación y los vencerá.
“Estuve
mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días,
cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana
limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego
ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de
millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el
Juez se sentó, y los libros fueron abiertos” (Daniel 7:9-10).
Pero
mientras que el anticristo consolida su poder en la tierra, un Gran
Poder está poniendo en movimiento Su plan en el cielo. Se están trazando
los lineamientos para la batalla culminante del Planeta Tierra. Los
“millones de millones” que le asistían, pueden representar a los
ejércitos angelicales. De esta manera Daniel describe una multitud que
nadie podía contar, quizás sea una referencia a la iglesia que ha sido
raptada. Juan tomó prestada esta ilustración para describir la escena
ante el trono en Apocalipsis 5:11.
Observen
los tronos en plural. Daniel estaba teniendo un vistazo del fin de los
tiempos y mira una insinuación de los tronos de los 24 ancianos. Ninguna
de las otras visiones en el Antiguo Testamento del trono de Dios,
menciona estos tronos porque todo sucede en un tiempo real. Este pequeño
vistazo es un argumento en contra de lo que algunos teólogos sostienen
que los 24 tronos están ocupados por un orden no identificado de ángeles
que son los que asisten a Dios en el gobierno del Universo. El hecho de
que no aparecen en el Antiguo Testamento, pero sí lo hacen cuando el
contexto es el fin de la era, implica que otro nivel de gobierno ha sido
agregado desde la cruz. Y eso solamente puede ser la Iglesia.
“Yo
entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que hablaba
el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue
destrozado y entregado para ser quemado en el fuego. Habían también
quitado a las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada
la vida hasta cierto tiempo” (Daniel 7:11-12)
De vuelta en la tierra, la gran tribulación se resume en dos versículos.
“Miraba
yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía
uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le
hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino,
para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio
es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será
destruido”(Daniel 7:13-14).
Y,
finalmente, la culminación de la historia humana. El dominio sobre el
Planeta Tierra el cual Adán perdió por habérselo entregado a Satanás, ha
sido recobrado por el Hijo de Dios, para nunca más perderlo. Él regirá y
reinará con Su Iglesia para siempre.
Un
período de la historia visto desde la perspectiva humana, como una
bella estatua hecha de metales brillantes y preciosos, es descrita por
Dios como en realidad lo es, una serie de bestias voraces que oprimen y
devoran a la humanidad y se oponen a todo esfuerzo que Dios hace para
liberarnos.
Ustedes
y yo hemos llegado al final de todo esto. Nosotros no estuvimos
presentes para ver su inicio como lo estuvo Daniel, pero de acuerdo a la
descripción que nos dejó, estamos en mejor posición de poder reconocer
nuestro mundo por lo que es, e identificar correctamente las señales que
nos dicen que el fin está cerca. La próxima vez, si Dios quiere,
veremos el capítulo 8 y otro modelo del anticristo.
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