domingo, 29 de abril de 2012

MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO


Los manuscritos del mar Muerto




Abril de 1947. En Qumrán, arisca zona cerca de las riberas del mar Muerto, un pastor beduino recogía su rebaño cuando descubrió una grieta entre las rocas: una cueva. Cuando, ya a la mañana siguiente, el pastor y sus primos decidieron adentrarse en penumbra no podían saber que estaban a punto de protagonizar uno de los grandes descubrimientos arqueológicos del siglo XX.
En aquella cueva había varios manuscritos que parecían muy antiguos. Durante los años siguientes se llevaron a cabo diferentes excavaciones. El fruto de tales trabajos son centenares de pergaminos escritos principalmente en hebreo y arameo, aunque también en griego, entre el III a.C y el año 68. ¿Quiénes habían sido los autores?¿A qué se debe la enorme expectativa creada en derredor suyo?
A principios del primer siglo de nuestra era, digamos en el año 0, las tres grandes sectas, o si se prefiere los tres grandes grupos, o comunidades, entre los judíos eran: los saduceos, los fariseos y los esenios. Un cuarto grupo, el de los celotas, solamente cristalizará consistentemente hasta algunos años después de la muerte de Jesús.
Nuestra atención recae en el tercer grupo. Los esenios formaban una pequeña comunidad de judíos piadosos, un grupo cerrado y fanático, que consideraban impuro el culto del Templo y se creían aliento del verdadero Israel y depositarios últimos de la Alianza en un medio social que veían cada vez más paganizado.
Pues bien, una fracción de esenios consideró oportuno separarse de la matriz palestina y, dirigidos por el Maestro Justo, emigrar al desierto, a Qumrán, en espera piadosa de la próxima llegada de Dios.
Este subgrupo de esenios, como se ve, ya se inscribe, bastante prematuramente, en ese espíritu apocalíptico que recorría la Palestina de hace 2000 de la mano de mesías itinerantes, tal como podría haberlo sido el propio Jesús.
Los manuscritos del mar Muerto se clasifican en bíblicos, apócrifos y sectarios. Su descubrimiento enseguida suscitó un interés mayúsculo. Unos textos de una secta judía de hace más de dos mil años, algunas de cuyas prácticas parecían guardar cierto paralelismos con los primeros grupúsculos cristianos, ¿no revelarían los secretos ocultos del mismo Jesús y, por extensión, del cristianismo?
En este punto, las consecuencias del descubrimiento de los pergaminos de Qumrán se bifurcan en los dos niveles de textos hallados. Respecto al canon bíblico, los manuscritos se muestran muy similares a la versión actual del Antiguo Testamento, basada en la traducción griega de los Setenta.
Por otra parte, en los textos sectarios se encuentran prácticas y expresiones que recuerdan a las de un cristianismo primitivo e incluso algunos investigadores ven una influencia esenia en el evangelio de Juan. Así las cosas, ¿fue Jesús un esenio?

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