Los manuscritos del mar Muerto
Abril de 1947. En Qumrán, arisca zona cerca de las riberas del mar Muerto,
un pastor beduino recogía su rebaño cuando descubrió una grieta entre
las rocas: una cueva. Cuando, ya a la mañana siguiente, el pastor y sus
primos decidieron adentrarse en penumbra no podían saber que estaban a
punto de protagonizar uno de los grandes descubrimientos arqueológicos
del siglo XX.
En aquella cueva había varios
manuscritos que parecían muy antiguos. Durante los años siguientes se
llevaron a cabo diferentes excavaciones. El fruto de tales trabajos son
centenares de pergaminos escritos principalmente en hebreo y arameo,
aunque también en griego, entre el III a.C y el año 68. ¿Quiénes habían
sido los autores?¿A qué se debe la enorme expectativa creada en derredor
suyo?
A principios del primer siglo de
nuestra era, digamos en el año 0, las tres grandes sectas, o si se
prefiere los tres grandes grupos, o comunidades, entre los judíos eran: los saduceos, los fariseos y los esenios. Un cuarto grupo, el de los celotas, solamente cristalizará consistentemente hasta algunos años después de la muerte de Jesús.
Nuestra atención recae en el tercer grupo. Los esenios
formaban una pequeña comunidad de judíos piadosos, un grupo cerrado y
fanático, que consideraban impuro el culto del Templo y se creían
aliento del verdadero Israel y depositarios últimos de la Alianza en un
medio social que veían cada vez más paganizado.
Pues bien, una fracción de esenios consideró oportuno separarse de la matriz palestina y, dirigidos por el Maestro Justo, emigrar al desierto, a Qumrán, en espera piadosa de la próxima llegada de Dios.
Este subgrupo de esenios, como se ve, ya se inscribe, bastante prematuramente, en ese espíritu apocalíptico que recorría la Palestina de hace 2000 de la mano de mesías itinerantes, tal como podría haberlo sido el propio Jesús.
Este subgrupo de esenios, como se ve, ya se inscribe, bastante prematuramente, en ese espíritu apocalíptico que recorría la Palestina de hace 2000 de la mano de mesías itinerantes, tal como podría haberlo sido el propio Jesús.
Los manuscritos del mar Muerto se clasifican en bíblicos, apócrifos
y sectarios. Su descubrimiento enseguida suscitó un interés mayúsculo.
Unos textos de una secta judía de hace más de dos mil años, algunas de
cuyas prácticas parecían guardar cierto paralelismos con los primeros
grupúsculos cristianos, ¿no revelarían los secretos ocultos del mismo
Jesús y, por extensión, del cristianismo?
En este punto, las consecuencias del descubrimiento de los pergaminos de Qumrán
se bifurcan en los dos niveles de textos hallados. Respecto al canon
bíblico, los manuscritos se muestran muy similares a la versión actual
del Antiguo Testamento, basada en la traducción griega de los Setenta.
Por otra parte, en los textos
sectarios se encuentran prácticas y expresiones que recuerdan a las de
un cristianismo primitivo e incluso algunos investigadores ven una
influencia esenia en el evangelio de Juan. Así las cosas, ¿fue Jesús un esenio?
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